domingo, 13 de abril de 2014

Es Despertar del Dragón Helado II



El gran pez se percató de la presencia de la chica gracias a su potente voz de enana minera. A gran velocidad movió sus monstruosas aletas dorsales  hacia ellos. Sus ojos eran negros, enormes y carentes de emoción alguna. El monstruoso pez movía sus dos larguísimos bigotes al ritmo de sus branquias que producían movimientos repetitivos de apertura y cierre.
-¡Viene hacía aquí!- Bernoz comenzó a correr en dirección opuesta cuando una enorme lengua escamosa le atrapó un pie.
-¡Maldita sea!-Elianne tomó su arpón y tensando sus músculos lo lanzó con todas sus fuerzas contra la criatura que estaba a menos de medio metro de los jóvenes. El animal abrió la colosal boca e ignorando el arpón clavado en su cuerpo se disponía a  arrastrar al chico hasta sus fauces. Sus labios eran blancuzcos, demasiado similares a los humanos lo que le profería un matiz aún más desagradable.
-¡Noooooooo!- la chica rugió impotente mientras Bernoz colgaba en el aire boca abajo agarrado por la viscosa lengua del pez, el monstruo había aumentando considerablemente su verdosa salivación que estaba bañando al pobre chico.
De entre los bolsillos del muchacho cayó una brillante gema al lago helado, las azuladas aguas se habían tornado verdes por los extraños efluvios que se estaban despidiendo. Una gran onda se propagó contagiosamente por la superficie, instantes después el agua comenzó a arremolinarse y a burbujear emitiendo un vapor cálido, el nivel del lago bajo perceptiblemente dando evidencia del volumen que se disponía a emerger del mismo.
-¡Santa pechera!- dijo Elianne abriendo aún más los ojos.
Primero dejó ver una testa cornuda rodeada de escamas blancas de frío hielo. Sus ojos permanecían cerrados, el reptil se encontraba  sumido en un sueño del que pronto despertaría. El cuerpo de grandiosas dimensiones estaba envuelto en dos potentes alas parecidas a las de un murciélago que se encontraban igualmente congeladas. El ser ascendía como elevado desde lo más profundo de las frías aguas.
Una vez el dragón descubrió todo su cuerpo, el pez se quedó observándolo con el chiquillo colgando de su lengua. Un sonido estridente quebró la superficie de hielo blanco que cubría al maravilloso reptil que tenían frente a ellos. Como surgiendo de un cascarón roto, el verdadero dragón se dejó ver enseñando sus dorados ojos. El sol se reflejaba en sus preciosas escamas azules que parecían lustrosos zafiros. Abrió sus potentes alas esparciendo brillantes esquirlas de hielo en todas direcciones.
El solemne reptil batió sus alas y se situó frente al pez que estaba petrificado de miedo al igual que Elianne que no creía que lo que estaba viendo estuviera ocurriendo de verdad.
Un simple zarpazo de sus potentes garras destrozó lengua, labios y cabeza del pez desfigurándolo, se había convertido en una masa verdosa que flotaba entre espasmos. El chico, destrozada la lengua cayó al frió lago.
Bernoz nadaba entre tiritonas tratando de llegar a la orilla, Elianne que se aproximaba hacia él podía ver como los labios del muchacho se tornaban morados por el frío.
El azul reptil sobrevoló levemente el  área del lago y con los afilados dientes asió al muchacho por sus vestiduras echándoselo en el lomo. El muchacho estaba aterrorizado, apenas tenía fuerzas para agarrarse a los pequeños cuernecillos que presentaba el dragón en el lomo, no podría mantener el equilibrio de no ser por una extraña fuerza cálida que lo mantenía a horcajadas del animal.
Bernoz llegó a tierra junto a su amiga que se encontraba en la orilla. Elianne lo ayudó a bajar del reptil y le tendió su capa de pieles para calentarlo.
-¡Vámonos de aquí Bernoz! - el chico no podía moverse tan rápido como su compañera pero emprendieron la huida del lago antes de que cualquiera de aquellas criaturas decidiera darles caza.
El dragón volvió hasta donde se encontraba su enemigo a gran velocidad. Subió alto y volvió a bajar quedándose suspendido en el aire. Abrió sus fauces y un aliento helado recubrió la superficie del lago sepultando lo que quedaba del pez y devolviendo al lago Fammdrüsken su aspecto primigenio.
-Es un...un...- Bernoz continuaba su carrera con la respiración entrecortada mirando a sus espaldas de vez en cuando, aún sin creer lo que acababa de ocurrirles.
-Un dragón sí- dijo Elianne cogiéndolo de la mano y casi arrastrándolo- un enorme dragón azul que podría merendarnos si quisiera- dijo ella tratando de devolver al mundo real a Bernoz.
-Elianne, ese dragón me ha salvado la vida- la chica continuó tirando fuertemente de Bernoz hasta que llegaron a salvo a Hendelborg.
***
Bernoz caminó junto a Elianne hasta las granjas de techados de paja donde vivía junto con su familia. La calidez había vuelto a su rostro, se despidió de la chica en el umbral de la puerta.
-Gracias Elianne- el muchacho le devolvió la capa de pieles.
-No es nada amigo, cuídate- la chica le sonrió dejando ver sus blancos y alineados dientes.
Bernoz cerró la puerta tras de sí y entró en su habitación, decidió cambiar sus ropas mojadas por nuevas limpias y más cómodas. Cuando fue a quitarse el pantalón el peso en uno de los bolsillos hizo que su corazón comenzara a latir vertiginosamente ¡No podía ser!
Allí con su azul brillo resplandeciente se encontraba facetada e intacta, de nuevo entre sus manos, la gema misteriosa.


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